Ya sabemos que desde la Antigüedad se emplean diferentes métodos de higiene dental. Os comenté en otro post que ya se buscaban enjuagues para mejorar el aliento bucal a base de frutas y flores secas. También se han empleado ramas, palos de naranjo o púas de erizo para frotar la superficie de los dientes y dejarlos más limpios. Pero no fue hasta el siglo XIII cuando se diseñó el primer cepillo dental tal y como hoy lo conocemos. Fue cuando un maestro Zen diseñó un cepillo a base de cerdas de pelo de cola de caballo sobre un mango de hueso.
El primer cepillo dental comercializado fue diseñado por William Addis. El señor Addis fue encarcelado por disturbios públicos y en prisión solía frotarse los dientes con un paño para limpiarlos. Como no se fiaba de los que le daban en la cárcel, que además de estar manchados tenía hollín y sal, una noche tras una cena guardó un hueso pequeño de pollo y le añadió unas cuantas cerdas. Así se hizo su propio cepillo de dientes.
A su salida de la cárcel comenzó a comercializarlo y se hizo bastante rico. Después de su muerte, su hijo continuó con el fructífero negocio. De hecho en la actualidad se siguen comercializando bajo el nombre de Wisdom Toothbrushes.
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